Desafortunadamente, no todo son buenas noticias. Lo que primeramente parecía un material barato, ahora ha revelado su alto costo ecológico.
Tan solo en México, se producen anualmente 800 mil toneladas de PET. Esto sin contar otros tipos de plásticos. Solamente el 15% es reciclado. El resto termina en basureros y vertederos. Y se estima que permanecerán ahí alrededor de 1000 años.
Por ello se necesita encontrar una alternativa.
Bioplásticos
La solución parece obvia: dejar de usar plásticos. La realidad es un poco más complicada. Después de todo, este material forma parte de la vida diaria, y dejarlo de lado por completo no solo es difícil, sino hasta contraproducente.
Por ello se han buscado formas de producir materiales parecidos que sean menos contaminantes. Así nacieron los bioplásticos. A diferencia del plástico convencional, derivado del petróleo, los bioplásticos provienen de fuentes vegetales renovables. Maíz, soya, yuca, papas, y hasta cáscaras de plátano se utilizan como materia prima para crear nuevos bioplásticos. Ahora, a la lista se une la semilla de aguacate.
Plástico de semillas de aguacate
Porque a pesar de los avances en la tecnología de bioplásticos, lo cierto es que la mayoría se produce a partir de cultivos cuyo uso principal es alimenticio.
Esto crea el problema de tener que dividir los cultivos. Así, una parte se va a la industria alimenticia y la otra a la creación de bioplásticos. Aunque existe la posibilidad de crear más sembradíos, esto también puede dañar los ecosistemas naturales.
Por eso la empresa mexicana Biofase desarrolló un método para crear bioplásticos a partir de un desecho vegetal. La respuesta la encontraron en las semillas de aguacate. Estas son un producto común de desecho en las procesadoras que elaboran guacamole y aceite de aguacate. Así, algo abundante que antes se tiraba directamente a la basura, puede encontrar nueva vida.
Popotes y cubiertos
Aunque el bioplástico de semillas de aguacate puede tener múltiples usos, Biofase se dedica a producir principalmente plásticos de un solo uso. O, en otras palabras, popotes y cubiertos desechables.
Estos pueden encontrarse en dos presentaciones: biodegradables y compostables. Los cubiertos biodegradables se descomponen de manera natural una vez que ha terminado su vida útil (aproximadamente 1 año). Por otro lado, los compostables requieren, como su nombre lo indica, ser colocados en composta para desintegrarse por completo.
Ventajas
Por su fuente de origen natural, estos plásticos son amigables con el medio ambiente. Una vez desechados en condiciones óptimas, tanto los compostables como los biodegradables se tardan 240 días en reincorporase al ambiente. También pueden degradarse en el agua, aunque el tiempo variará.
Otra manera en la que apoyan a la ecología, es con su baja huella de carbono. Esta es menor a la de otros plásticos, bioplásticos e incluso del papel. ¿Cómo es posible? Se trata de una peculiaridad del aguacate, que absorbe dióxido de carbono de la atmósfera para formar sus tejidos. A este fenómeno se le conoce como bonificación de carbono biogénico, algo único del plástico de Biofase.
Además, se trata de una alternativa barata. Ya que provienen de un material de desecho, su costo de producción es menor al de otros bioplásticos. De esta manera, cuidar al ambiente no tiene porqué costar más.
Asimismo, son más fuertes y resistentes que los popotes y cubiertos desechables comunes. Y también pueden usarse tanto para comida fría como caliente, ya que soportan temperaturas de hasta 80ºC.
Eso sí, no es recomendable usar los popotes y cubiertos más de una vez. Usarlos en repetidas ocasiones puede acelerar el proceso de descomposición.
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